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Domingo III de Pascua (14 de abril)
JESÚS Y EL ENCUENTRO CON SUS DISCÍPULOS

Viernes 12 de Abril de 2024

P. Fredy Peña Tobar, ssp

Jesús se presenta ante sus discípulos como el Señor y el amigo cercano. La escena ocurre en Genesaret, después del fracasado esfuerzo nocturno en sus faenas de pesca, logran una captura extraordinaria. Es sabido que la pesca por la mañana es tarea inútil. No obstante, siguiendo las palabras del Señor, los discípulos realizan una pesca milagrosa. En efecto, lo que no consigue la capacidad humana ni las propias fuerzas, lo puede el Señor: “Lo que es imposible para…” (cf. Lc 1, 37). Todo culmina en una comida de Jesús con sus discípulos que nos remite al simbolismo propio de la eucaristía.

En este contexto “eucarístico”, el Señor plenifica el milagro de la pesca para motivar la falta de fe de sus discípulos. Por eso, más que asombrarse por la cantidad de peces capturados en la red, hay que preguntarse ¿cuál es el simbolismo que subyace? Sin duda que lo capturado simboliza a la Iglesia misionera, que ha nacido como fruto de la obra de Jesús resucitado. Es decir, la humanidad entera es destinataria del mensaje de la salvación. Por eso, la “unidad” de la Iglesia queda plasmada en la imagen de la red que no llega a romperse. Porque Dios quiere que toda la humanidad se salve, reciba el don de la fe y que no se desgarre nunca la “comunión” como el amor existente entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Las palabras de Jesús, una vez más, llaman hacer vida los atributos de la “unidad”, “comunión” y de la “universalidad”. Pero si ?como Iglesia?, no aprendemos a estar unidos a Jesús, todo lo demás queda en intenciones, palabras y gestos inertes. Nos dice el evangelio que “Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque sabían que era el Señor.”. Vivir una relación intensa con Jesús y de vida, nos compromete y asusta, porque nos “obliga” a reconocerlo como “el Señor” y ese es un precio que, muchas veces, no queremos pagar.