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Editorial del Mes
San José, Más que un Soñador

Miércoles 01 de Marzo de 2023

P. Hernando Jaramillo Osorio, SSP

La conocida imagen de san José dormido suscita nobles sentimientos, esrica de evocaciones y está muy presente en la religiosidad popular. Pero,para este mes de marzo, La Liturgia Cotidiana quiere evocar también la figura de ese hombre fuerte, tan activo al momento de levantarse de sus sueños, como fecundo en sus silencios y en sus faenas de trabajador, de padre providente y de esposo modelo.
En efecto, estamos ante un ejemplo admirable de obediencia a la Palabra de Dios que alienta nuestro ser y quehacer de creyentes. La paternidad de José, expresión de su dedicación al Señor y prueba fehaciente de su confianza en Dios a través del secreto recibido, ha sido ocasión para la salvación de la humanidad y sale a nuestro encuentro para hacernos crecer en la respuesta a las reiteradas llamadas que Dios nos hace. Esa paternidad de José es también expresión de una paternidad mayor: la de Dios. Dios Padre, que envía a su Hijo para poner su tienda entre nosotros, quiere ser parte de nuestra familia humana. En familia nace espontánea la necesidad de testimonio de amor, de fe y de alegría. Cada familia descubre, a su manera, que es portadora de un secreto, revelado en sueños, como lo vivió José, o descubierto en el rodaje de lo cotidiano, en el silencio y la soledad y, a veces, hasta en el desengaño. Un secreto que revela el misterio de un Dios que salva porque ama sin límites, y de unos hijos que saben levantarse de prisa de sus sueños para seguir sus mandatos. Y sueños, todos tenemos: las familias sueñan vivir plenamente la fraternidad anhelada, los jóvenes en horizontes sin límites para sus aspiraciones, los enfermos con el don de la salud, los solitarios con al menos un poco de compañía, los sacerdotes con llevar a comunidades enteras a la salvación en Jesús… Es importante no perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro, pero hay que activarse para hacer que esos sueños se vuelvan realidad. A san José, el hombre de los sueños con los pies en la tierra, al carpintero ilustre de Nazaret, confiamos todas las luchas y las fatigas, los gozos y las esperanzas de nuestras familias, con el deseo de que en ellos se descubran tantas otras enseñanzas aún escondidas de su misterio y del nuestro.