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5 de octubre
UN DIÁLOGO CON JESÚS MISERICORDIA

Martes 04 de Octubre de 2022

María Winowska, icono de la Misericordia, Ed. San Pablo

El diario de la Hermana faustina es, del comienzo al fin, un diálogo entre la infinita Misericordia expandida en el mundo por el Verbo encarnado, cuyo corazón herido de amor es una "fuente de vida" de donde surgen "torrentes de gracias", y la criatura colmada gratuitamente y más allá de toda esperanza, el amor que encuentra su alegría en dar, y el alma que recibe "tanto como desee", es decir, en la medida de su vacío abismal que ella está dispuesta a reconocer: margen de libertad que ata o desata, las manos de Dios, libera, o mantiene cautivos sus dones. Las órdenes del Señor son formales, sus llamados de una insistencia conmovedora:

¡Hija mía, no temas! ¡No estás sola! ¡Lucha con coraje! ¡Exhorta a las almas a tener confianza en mi Misericordia! ¡Esa es tu misión en la tierra y en el cielo! ¡Quiero que seas mi reflejo vivo!

Mira mi corazón: refleja su amor en el tuyo. Para anunciar al mundo mi Misericordia, tú misma debes estar colmada por ella. Debes ser misericordiosa como lo soy yo. Ama a tus hermanos por amor a mí. Incluso a tus enemigos más encarnizados, a fin de que mi Misericordia se refleje en tu corazón.

¡Dame almas! Yo soy santo, y el más mínimo pecado me produce horror. Pero, cuando los pecadores se arrepienten, mi Misericordia no tiene límites. Los acojo con mi Misericordia en los caminos de la vida. Cuando regresan a mí, olvido toda amargura y me alegro de su regreso ¡Diles que no dejo de esperarlos! ¡Estoy atento a sus corazones para captar el menor latido dirigido a mí! Los pecadores más grandes podrían convertirse en los más grandes santos si se fiaran de mi Misericordia. Mi corazón desborda de amor por todo lo que he creado. Encuentro mis delicias en justificar a las almas. Mi reino aquí abajo es mi vida en las almas...

Castigo cuando me obligan a ello. Antes del día de la justicia, ofrezco la era de la Misericordia. Uno puede beber mi Misericordia únicamente con la copa de la confianza. Cuanto más confianza haya, más se obtendrá. Me gusta que me pidan mucho, pues deseo dar mucho y cada vez más. Los corazones avaros que piden poco me entristecen. Debes decir, hija mía, que soy todo Amor y Misericordia. Cualquiera que se me acerque con confianza recibe mi gracia con tanta superabundancia que no puede contenerla y rebosa sobre los otros.

Para castigar dispongo de mi eternidad: ahora prolongo el tiempo de Misericordia. Antes de llegar como juez, abro las puertas de mi Misericordia de par en par... Los mayores pecadores tienen derechos muy particulares a mi Misericordia. Es una alegría para mí cuando recurren ami Misericordia. Los colmo más allá de su esperanza. No puedo castigar a aquel que se fía de mi Misericordia.