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Viernes 29 de Septiembre de 2023
P. Fredy Peña Tobar, ssp
En este mes, la Iglesia eleva sus oraciones por el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), con fe y esperanza, queremos empatizar con quienes misionan y anuncian el Evangelio donde, literalmente, se vive persecución y muerte como en Nigeria, norte de África y sin olvidar parte de América Central. Sin duda, que llevar la Palabra de Dios a todo el mundo no es tarea fácil y un aporte generoso para estas misiones no pasará inadvertida a los ojos de Dios: “Les aseguro que cualquiera que dé de beber… a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa” (Mt 10, 42).
Asimismo, nos urge revitalizar nuestra conciencia social y dejar de ser meros espectadores. En una sociedad, cada vez más individualista y donde cada uno apela al “sálvese quien pueda” o “no es mi problema, que se ocupe otro”, vamos directo al derrotero de la insensibilidad y perdemos la oportunidad de ser personas “copadas” y “ocupadas” en la construcción del Reino. Así, la solidaridad y la generosidad de los que aún creen en la “Buena Nueva” se confirma en el último informe de Cáritas Argentina (julio), que, con respecto a la colecta del año 2022, tuvo un incremento del 79%, no acorde a la inflación, pero que permite sostener numerosos programas de promoción humana y fortalecer la vocación solidaria de los argentinos.
De la misma manera, la generosidad y la apertura de corazón no solo se ratifican en obras de caridad, sino también en nuestra capacidad de discernir y de decidir. Una vez más, las elecciones generales para elegir presidente, vice, diputados y senadores nos pone en la encrucijada sobre quién y a quiénes dejar las riendas de nuestro país. Sin duda, que es una instancia que trascenderá, en la medida que hayamos decidido no con nuestros criterios, sino a la luz de la Palabra de Dios. No con una fe ideologizada y partidista, sino con una que mire el bien común.
En Mt 11, 20-24, después de haber realizado grandes milagros, Jesús invita a la conversión a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún. Sin embargo, el peso de sus tradiciones y la autosuficiencia le impidieron ver sus portentos. En efecto, si la razón de ser de la Iglesia es estar al servicio del reinado de Dios, la conversión a los valores del Reino debe ser la actitud de discernimiento permanente para no traicionar la misión de Jesús.